La adolescencia conlleva bastantes
“batallas” con nuestras hijas: planes que quieren hacer con sus amigas y que
nos pueden parecer inconvenientes o nos inspiran desconfianza, discusiones
sobre el modo de vestir debido a la distinta percepción de lo que es una
largura adecuada o un grado de transparencia aceptable, desacuerdos sobre el
horario de utilización del móvil…
Estas batallas las iremos abordando una a
una, según vayan llegando, pero para entonces, nuestras hijas tienen que tener
adquiridos unos mínimos de autonomía y responsabilidad en la familia. Estos
mínimos no son discutibles, y, si nos lo proponemos antes de comenzar la
revolución adolescente, nuestras hijas los superarán sin cuestionar su conveniencia.
Si los dejamos para después, constituirán una batalla más.
Parafraseando los
refranes: cada etapa tienes sus batallas, o, no dejes para mañana la batalla
que puedes ganar hoy.
·
Orden en sus
cosas:
Su
habitación: hacer su cama, recoger la ropa que se quita, orden en sus objetos
personales. Un principio: no recoger nada que haya dejado ella en el suelo (el
mundo está lleno de madres con hernias discales por hacer este tipo de
esfuerzos).
El
baño: dejar ordenado el baño cuando lo utiliza: toallas colgadas correctamente,
dejar la ducha y la bañera sin restos de jabón y/o cabellos, ser capaz de pasar
una fregona si ha mojado el suelo. Procurar dejar el lavabo lo más limpio
posible después de lavarse los dientes.
·
Orden en los
horarios:
o
En
época escolar: hora fija para levantarse por la mañana para que tenga tiempo
para su aseo personal, para desayunar de forma adecuada y dejar su habitación
recogida. Esto les ayuda a ejercitar la fortaleza y adquirir hábitos de vida
saludable. Es fundamental que adquieran estos hábitos ahora, después es mucho
más difícil. Es recomendable que se acuesten a una hora fija salvo días
excepcionales. Después del colegio, tras la merienda, han de tener claro que lo
más importante es hacer los deberes. Después vendrá la tele, los juegos … Los
niños captan que el estudio es lo más importante si nosotros les marcamos esta
pauta.
o
En
época de vacaciones: procurar que haya un horario y que se sigan las mismas
rutinas de aseo, orden personal y encargos. Como disponen de más tiempo, podrán
tener algún encargo “extra”. Evitar horas “tirados en el sofá” viendo la tele o
jugando a la vídeo consola.
·
Responsabilidad
familiar:
Tener uno o varios encargos que le
ayuden a darse cuenta de que nuestra casa es un hogar y ha de estar lo más agradable
y acogedor posible. Todos los miembros de la familia contribuimos para este fin
y por ello nos repartimos las diversas tareas: poner o recoger la mesa, bajar
la basura, vaciar el lavavajillas, barrer, bañar a un hermano menor, preparar
la merienda sin dejar rastro de ello (ni migas, ni el fiambre abandonado sobre
la encimera, ...). Tenemos que hacer hijos “con remango”. Gracias a ello, en
poco tiempo estarán preparados para hacer de canguro y ganar unos euros para
sus gastos personales.
·
Responsabilidad
hacia los demás:
Ayudarles a ser responsables dejando que
asuman las consecuencias de sus actos. Por ejemplo: si se les ha olvidado hacer
algo que tenían apuntado desde hace tiempo y la víspera se dan cuenta y les
entra el agobio y nos piden que vayamos a un centro comercial a las 21:30h a
comprar determinado material, puede ser recomendable no hacerlo. Aunque no se
puede generalizar y depende de cada niña, es bueno que se pongan una vez
coloradas delante de la profesora, seguro que les ayuda a ser más diligentes la
próxima vez.
·
Dispositivos
móviles:
Atención. En principio, se desaconseja
su uso en 5º y 6º grado e incluso en 1º curso. Cuando se le compre un móvil u otro
dispositivo similar con acceso a Internet, ayudarla a racionalizar su uso.
Marcar un horario de utilización. No usarlos mientras hacen los deberes ya que
las desconcentra muchísimo. Las niñas tienden a estar conectadas hablando
simplezas. Les puede crear dependencia afectiva y tenemos que ayudarlas a que
no sea así. Si están mucho rato sin conectarse, les entra ansiedad por todas
las conversaciones que se han perdido en ese tiempo. Hay que enseñarles a no
ser tan dependientes.
Es fundamental reforzar la autoridad del colegio, apoyando todas las normas que
tiene, y si alguna no nos convence, no manifestarlo delante de nuestra hija. Si
ella tiene algún castigo, apoyar su cumplimiento explicándole que los castigos
están precisamente para que nos demos cuenta de que hemos hecho algo mal, y justo
porque nos fastidian, son efectivos. Gracia a ellos se despierta en nuestro
cerebro una alerta que nos previene para no volver a caer en lo mismo. Eso sí,
a pesar de estar castigada le haremos saber que seguimos queriéndola muchísimo.
Si estas cosas nuestra hija no las tiene
más o menos asimiladas para los 12 años – aunque muchas veces le cueste
hacerlas- va a ser muchísimo más difícil que las logremos a partir de entonces.
Porque a estas pequeñas “batallas” se unirán las nuevas que surgen con motivo
de la adolescencia: ¿Por qué no puedo ir a ver una película para mayores de 18
si van el resto de mis amigas? ¿Por qué no me puedo comprar la decimosexta
camiseta si me la voy a pagar con mi dinero? ¿Por qué tengo que ir a visitar a
la abuela hoy por la tarde? ¡Ya he quedado con mis amigas! ¿Es obligatorio ir
hoy a Misa? … Nos podemos volver locos y desesperarnos.
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