¿Has tenido uno de esos días que sientes que te levantas con el pie izquierdo y todo sale mal?
Para mí, era uno de esos días. Salí de la cama después de una noche de haber dormido con muchas ocupaciones en mi mente, me cambié y fui rápidamente a buscar un buen lugar para concentrarme e inspirarme a realizar mis tareas del día.
Después de dar vueltas y vueltas, el único lugar que encontré fue una heladería en medio de un panorama urbano lleno de edificios y carros. “Bueno, ya fue” pensé, en mi léxico argentino. Me decidí a entrar, pedí un helado y me senté con una sonrisa en mi cara. Por fin había encontrado un lugar que me gustaba.
Al sentarme descubro que esas sillas eran totalmente incómodas y daban la impresión que me iba a caer en cualquier momento. Entonces, me bajé de esa silla gigantesca e insegura y decidí ir afuera donde había sillas normales.
“El día desde aquí parece ser espectacular” pensé. Entonces salí. Al cruzar la línea invisible entre el refrescante aire acondicionado de la tienda y el aire natural, el calor de Miami me pegó como una cachetada. COMENCÉ A TRANSPIRAR A LOS 5 SEGUNDOS DE ENCONTRARME AFUERA.
Como ya estaba afuera, decidí sentarme sin hacer caso a la temperatura. Comencé a mover todas mis cosas de una mesa a la otra incluyendo mis libros, mis llaves, y mi nuevo celular. Antes de poder terminar de apoyar todo, mi celular cae al suelo y se parte en mil pedazos.
¿Algo más puede pasar?
Finalmente, decidí buscar otro lugar cerca. Me subí a mi carro y llegué a un parque , donde encontré todo tipo de personajes. Me quedé con “5 ojos” alerta de la situación “intentando inspirarme” pero con la mirada en todos lados menos mis libros.
Luego regreso a casa de mis padres para saludar, y al querer irme, mi auto no arranca por falta de batería.
Ya tenía poco tiempo para volver al trabajo, debía apresurarme.
Entonces me pregunté casi en desesperación: ¿¿Porqueeeeee??
Parece una película cómica, cual “Mi novia Polly”, en la que los personajes se pasan las dos horas que dura la ficción en tragedia tras tragedia. Desde lo más insignificante hasta algo más importante.
Hay días en los que parece que la vida no quisiera cooperar y todo fuera a salir mal, quizá nuestro humor ayuda a esta “mala suerte” que pareciera que venimos teniendo.
Pero después de ese día confirmé con los ejemplos más tontos, que lo que dice la biblia en Romanos es una realidad en nuestras vidas:
“Y sabemos que á los que á Dios aman, todas las cosas les ayudan á bien, es á saber, á los que conforme al propósito son llamados.” Romanos 8:28
Finalmente, con una actitud positiva y pidiéndole a Dios que me guíe, las situaciones que me agobiaban durante el día dieron un giro de 180 grados para mostrarme, que cuando entregamos todas nuestras cargas a Dios, El nos ayuda a cambiar la mirada.
Yo sé que no fueron “grandes tragedias” las cosas que estaban arruinando ese día, pero he visto como Dios también me puede bendecir en lo pequeño, y recordé que “ El que es fiel en lo muy poco, es fiel también en lo mucho..” Lucas 16:10
La próxima vez que pases por pequeñas situaciones donde quieras tirar todo o salir corriendo a gritar, recuerda que si puedes manejar eso, también podrás poco a poco manejar cosas más grandes, y que ¡Dios hará que todo funcione para bien en tu vida tarde o temprano!
Recuerda, no contarle a Dios cuan grande es tu problema, sino contarle a tu problema, ¡CUAN GRANDE ES TU DIOS!
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