¡Eres un bueno para nada! ¡Inútil! ¡Burro! ¿Te suena familiar? ¿Recuerdas haber escuchado esto en tu niñez? si la respuesta es sí, has sido víctima de abuso verbal.
El abuso verbal es más común de lo que imaginamos y es tan dañino como el abuso físico. Y este daño se refleja en la forma en que te ves a ti mismo, en tus pensamientos y por ende tus acciones.
Empecemos con nuestros pensamientos
¿Sabías que los pensamientos nos hacen o deshacen? Así es, los
profesionales de la salud han trazado una línea directa entre los
procesos cognitivos y la salud mental.
Se dice que un proceso cognitivo
es “la habilidad para asimilar y procesar datos, valorando y
sistematizando la información a la que se accede a partir de la
experiencia, la percepción u otras vías”.
En otras palabras es la forma
en la que el ser humano incorpora conocimiento. Si la información que
recibiste de niño fue negativa, habrás procesado una imagen
distorsionada de ti mismo.
Ya te imaginarás lo oscuro que se puede
volver este proceso de estar expuesto a palabras negativas, malas
experiencias, y modelos erróneos.
Empezamos registrando mal la
información. Y como efecto “dominó” si registramos la información mal,
los pensamientos se vuelven erróneos, y el comportamiento también.
¿Y
cómo se unen los pensamientos al comportamiento? por ejemplo, si piensas
que no eres lo suficientemente inteligente, tal vez no te arriesgues a
aplicar a una promoción laboral, o puede que no te acerques a alguien
que te llama la atención por temor a ser rechazado.
Lo que piensas
generará tu forma de actuar. Por eso es tan importante que escojas que
pensar y que creer.
Mucho tiempo antes de que la ciencia le
prestara atención a la relación entre los pensamientos y el
comportamiento, Dios ya lo había establecido.
En el libro de Proverbios
23:7 dice “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es el”.
La
forma en la que piensas afecta directamente tu comportamiento. De ahí
que es tan importante que no te quedes con las palabras negativas de tu
niñez como el único medidor de tu capacidad o valía.
La mayoría de las personas están bajo la
impresión de que no puede hacer nada con los pensamientos que se anidan
en su cerebro, sin embargo, la palabra de Dios nos enseña que Él nos
ha dado dominio propio, y lo podemos utilizar para cambiar lo negativo
que se acumuló en nuestra mente.
Si la manera de pensar que tienes se la
debes a malas experiencias del pasado o a lo que has aprendido en casa,
medita en lo que dice Dios en Ecl. 3:15 ”Aquello que fue, ya es; y lo
que ha de ser, fue ya; y Dios restaura lo que pasó”. Existe una nueva
oportunidad para re-programar tus pensamientos, sin darle cabida al
pasado. Sácate el disco duro, y pon uno nuevo.
Sabemos que los pensamientos afectan
nuestro comportamiento, entonces vamos a cambiarlos ¿cómo? escogiendo,
seleccionando en que pensar. Y sometiendo nuestros pensamientos a un
filtro. El filtro de la palabra de Dios. Ese filtro nos sugiere que
debemos pensar en todo lo que es “puro, todo lo amable, todo lo que es
buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza en esto
pensad”.
Dejar de vernos como un bueno para nada,
o un inútil, y empezar a vernos como Dios nos ve es la clave para salir
del círculo vicioso de los pensamientos negativos.
Él nos ve como sus
hijos, para Él somos “especial tesoro”, somos “fructíferos”,
“deseados”. No podemos cambiar las palabras que nos dijeron, pero si
podemos dejar de pensar en ellas y evitar que nos afecten,
sustituyéndolas por las que dice Dios.
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