Me decía un psiquiatra amigo mío,
que una de las consecuencias que está teniendo la banalización del sexo en la
sociedad actual es la de creerse que el hombre es una maquina.
Los medios de comunicación están
dando la sensación – especialmente la TV- de que el sexo es como una máquina
tragaperras. Se aprieta este botón y luego este otro y ya esta: sexo y placer.
Luego viene la realidad.
El ser humano tiene la tendencia –
fuertemente arraigada – de sojuzgar al otro, de que haga lo que yo quiero,
cuando yo quiero y como yo quiero. En un aspecto tan intimo como el sexo, esta
actitud tiene consecuencias funestas.
Comportamiento que se acrecienta,
sobre todo, cuando se educa que el otro es algo de usar y tirar, al que hay que
obtenerle un rendimiento máximo en términos de placer.
¿Dónde dejamos la dignidad del hombre?
Sencillamente no existe. Solo
utilitarismo. Estoy con el otro en cuanto me sirve, en el momento que piense
que me puede servir más otra persona, cambio. Es una de las consecuencias del
individualismo feroz de nuestros días.
Si a esto añadimos que muchas
personas tienen como valor supremo la belleza física, que se utiliza para ser
capaz de atraer al otro sexualmente, nos daremos cuenta que el respeto, en
muchas relaciones, brilla por su ausencia. Sencillamente no existe.
No olvidemos que esa falta de
respeto se puede manifestar de una manera agresiva y violenta. Cuando no
consigue lo que desea, el individualismo, puede llevar a la agresividad y la
violencia.
Este utilitarismo, utilizo al otro
de manera que me dé el mayor placer posible, está ocurriendo en parejas desde
que son adolescentes. Personas que no se respetan, ni saben hacer que las
respeten. Digo más, no saben lo que es respetar.
Es decir que en el fondo, con esa
exaltación de la belleza física y de la sexualidad, lo que se está diciendo es-
aunque no se quiera- utilízame como cosa.
Porque lo que se está intentando
con esos comportamientos- no nos engañemos- es crear deseo. Es una máxima de
muchas personas, ellos y ellas.
Un objetivo vital que les lleva a
tener una vida llena de vacío, solo pendiente de lo menos importante aunque, en
una etapa de la vida, pueda resultar muy atractivo: hacer que los demás me
deseen físicamente.
Entonces unimos el hambre con las
ganas de comer: Se está educando para utilizar y para provocar el deseo de ser
utilizado.
En las sociedades más acomodadas,
las operaciones de cirugía estética están aumentando fuertemente en todos los
estratos de la sociedad. Fundamentalmente con dos finalidades para gustarme más
y para gustar más. Y yo me gusto más en la medida que sé que voy a gustar más.
En el fondo ,en muchos casos podemos decir: para que me deseen más.
Si esa es una, o la más
importante, de las preocupaciones de las personas en nuestra sociedad, podemos
concluir que estamos haciendo una sociedad muy superficial, como consecuencia
de lo cual, hay mucho sufrimiento que podría evitarse, pero que no se evita.
Sufrimiento evitable. Placer cercano, sufrimiento a medio y largo plazo.
Esto lleva consigo una sociedad
donde el aburrimiento, la falta de cariño, la saciedad de tonterías, la falta
de preguntas, hace que florezcan las vidas sin sentido y el aburrimiento hasta
la nausea.
¿Qué hacer cuando la belleza desaparece? ¿Cuándo ya uno no puede ser
deseado?
Es necesario recuperar la
feminidad y el pudor.
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