viernes, 4 de octubre de 2013

FARANDULA Y TERROR


Un estudiante universitario apuñala a un muchachito de trece años porque le rozó el hombro a la salida de una concurrida discoteca. La imagen, captada en una cámara de circuito cerrado se repite decenas de veces mientras personeros, opinólogos, clérigos, reporteros y periodistas faranduleros trajinan los hechos hasta la náusea. Que hay que aumentar la intensidad de las sanciones, que la familia está desarticulada, que la televisión promueve la violencia, que los colegios no hacen su trabajo, que la pobreza y la injusticia son caldo de cultivo para la maldad, que son los últimos tiempos, que si no cambia el corazón de los hombres no cambia la sociedad, usted nómbrelo.

Se descubre un brote de listeria en los quesos, las verduras y carnes, por lo cual se llenan horas de televisión recomendando lavarse bien las manos, manipular adecuadamente los alimentos, examinar diligentemente las fechas de vencimiento de los productos. Médicos, nutricionistas, reporteros y periodistas faranduleros elevan la sensación térmica del terror hasta grados insoportables.

Ya viene el invierno en el sur y la meningitis W135 o algo parecido y la influenza H1N1 o como se llame van a hacer estragos este invierno que viene seco y frío. Doctores, personeros, especialistas y periodistas faranduleros recomiendan ventilar bien los espacios donde residen niños y ancianos, alejarlos de los posibles focos de infección, que la vacuna está disponible en los consultorios médicos del Estado y que si no hay, las industrias de los medicamento han asegurado el stock en las farmacias para los próximos seis meses.

Después de la perturbadora cobertura sobre estos hechos que aterran a la población, los periodistas faranduleros se ocupan el resto de la mañana a analizar en profundidad el beso que una vedette argentina le dio en un centro comercial al hijo adolescente de una celebridad chilena y que fue grabado con evidentes intenciones de provocar un escándalo y que por cierto se repite mil veces durante el programa. Los periodistas faranduleros, que una hora atrás sembraron el miedo y documentaron la violencia con un arte perverso, ahora cotillean insignes estupideces que de paso producen ingentes beneficios económicos a las celebridades invitadas a denunciar o a defenderse de los escándalos.

Escuché a alguien decir una vez que esta mezcla perversa entre miedo y farándula, entre terror y consumismo televisivo no es más que una estrategia para tener a los ciudadanos encerrados en sus casas, comprando autos, comida, seguros, vigilancia electrónica y entretenimiento. Si es efectivamente una estrategia, la verdad es que da excelentes resultados…

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