miércoles, 15 de enero de 2014

LA IMPORTANCIA DE LOS LIMITES - Por: Rafael Angel Perez



”Cada día escuchamos quejas sobre la situación actual de nuestra sociedad, los padres se quejan de la conducta de sus hijos, el gobierno se queja de la falta de orden y recato de la ciudadanía; los esposos se quejan de sus esposas y ellas a su vez responden con otra queja; el desorden, la indisciplina y la falta respeto son la orden del día”.
 

”En esta sociedad post modernista, donde todo pasado es negativo, donde las reglas son obsoletas y en el cual cada quien quiere que el mundo se adecue a sus criterios, no nos debería extrañar el caos y la anarquía reinante. 

La falta de los mayores para poner límites a los jóvenes es sin dudas uno de los grandes problemas de nuestro tiempo. Todos hablan de la necesidad de poner límites o fronteras a los adolescentes, pero nadie se siente encargado de hacerlo: la tarea siempre le corresponde a otro. 

Los profesores y maestros dicen que en la casa no les ponen límites, ¿y qué podemos hacer nosotros? Los padres por su parte culpan a un sistema educativo que está en crisis; y cuestionan la falta de autoridad para corregir a estos. Jaime Barylko ha dado una explicación para esta actitud de desentendimiento de los mayores: 

“El siglo XX ha sido el siglo de la permisividad, un tiempo en el cual los padres que habían experimentado el exceso de autoridad, creyeron que lo mejor que podía pasarles a sus hijos era la permisividad. Esta permisividad estuvo también sostenida por ciertas teorías psicológicas.”

Sor Juana Inés decía que el amor es como la sal: dañan su sobra y su falta. 


Lo mismo podríamos decir con respecto a los límites, ya que la clave está en no ser abusivo con los mismos pero tampoco debemos desestimarlos.

El establecimiento de límites es importante ya que éstos ayudan a formar la identidad personal de los jóvenes. Tal vez nos ayude el recordar por qué los límites hacen bien y son educativos, y en qué sentido contribuyen a lograr la madurez psicológica. La Psicóloga María Silvia Barrionuevo, en su libro “Psicología en áreas de normalidad” nos dice: “el límite es el valor identificador de cada persona, es su nombre”. Cuando algo está bien definido sabemos lo que es y lo que no es. y de esto tristemente hoy día es de lo que mas carecemos; los cónyuges se quejan de las múltiples exigencias que le impone el matrimonio, así que quieren estar casados asumiendo vida de solteros. Los hijos desean que sus padres sean maquinas expendedoras de regalos, pero que no les limiten sus caprichos y deseos.

Los límites o fronteras, hacen que la persona tenga una identidad definida, porque estos permiten que el individuo sepa quién es y quién no es, le ayuda a definir lo que piensa, siente y quiere. Al saber quién es y qué lo diferencia de los otros, le hace ser más claro y saludable por qué no se confunde. Esto le da conciencia de su identidad. Esto le da unidad y le permite reconocerse y moverse adecuadamente en su medio. Cuando crecemos con una conciencia clara sobre las fronteras, limites y reglas que existen

Podemos decir, que los límites restringen el deseo, distinguiendo la realidad de la fantasía. 


Son educativos, por eso el registro bíblico en Deteronomio 6:2 nos dice con claridad meridiana “para que temas al SEÑOR tu Dios, guardando todos Sus estatutos y Sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. ”

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