Podría decirse que es una variable al llamado “Síndrome de Peter Pan”. Se desarrolla cuando un hombre de entre 28 y 38 años sólo quiere divertirse y no piensa en formar una familia o “sentar cabeza” como de dice habitualmente.
El mito del Narciso se cumple a la perfección con este personaje que ahora llamamos Simón. Cada una de las letras de su nombre es una característica de su personalidad: S de soltero, I de inmaduro, M de materialista, O de obsesionado por el trabajo y N de narcisista.
Los psicólogos dicen que más allá de ser solteros, estos hombres aún son inmaduros sentimentalmente. Consideran que aún son jóvenes y gastan todo su dinero en ropa, salidas y vacaciones.
Los que están incluidos dentro del “Síndrome de Simón” a su vez no buscan una mujer para formar pareja, sino que están obsesionados en triunfar laboral y profesionalmente, recorrer el mundo, cuidar su cuerpo (con gimnasio, dietas, etc) y pasarlo de maravilla, sin estar atado a ninguna relación.
No les importa sacrificarse por completo para escalar posiciones en su trabajo y suelen contar con un ego casi infinito. Puede que vivan solos o con sus padres, pero nunca en pareja. Utilizan sus sueldos para bienes personales y gastan todo lo que tienen, no ahorran ni piensan en el futuro económico más allá de conseguir un mejor puesto.
Las cuatro características de un “Simón”
La soltería: O podríamos decir, no tener una pareja estable (no hace falta que se case). Para muchos, estar solos es algo que se revaloriza con el tiempo, lo mismo que ocurre con un vino que se lo deja estacionar.
Tienen una idea algo errónea de lo que es la libertad, ya que creen que estar en pareja es lo mismo que vivir encerrado en una jaula. Perder su situación de “soltero” por un amor no es algo que les haga perder el sueño.
La inmadurez: En todo sentido, pero mayormente sentimental. Es decir, que no tienen la capacidad para amar y ser amados por una pareja, tampoco se dan la posibilidad de descubrir qué es estar enamorado, entregarse por completo y tener un proyecto en común con alguien (que no sea relacionado al trabajo). Sólo pueden amarse a sí mismos, aunque en realidad, se idolatran pensando que son los más hermosos del mundo. Puede tratarse de una persona con muchas habilidades profesionales, pero muy pocas sentimentales.
Bajo todo esto podríamos decir que sienten un temor muy grande por comprometerse con alguien (en el sentido de empezar una relación formal). La sociedad actual está creando muchos de estos “Simones”, hombres que se centran sólo en su trabajo, sus amigos, sus estudios y su diversión.
La obsesión por el éxito: La prioridad número uno para quien padece el Síndrome de Simón es tener la posición económica adecuada. ¿Para qué? Pues para gastar ese dinero en lo que le de placer y permita vivir el día a día al máximo, como si no existiera un mañana.
El hecho de tener cierto “pasar” económico lo hace pensar que es invencible, que nada malo le puede ocurrir, que la vida está para disfrutarla al 100% y que no hay gusto que no pueda darse, desde comprarse un traje de mil euros a irse de vacaciones con amigos durante un mes al Caribe. También suelen gastar bastante en un coche y en dispositivos tecnológicos de última generación.
El narcicismo: Es también un tipo de obsesión, pero relacionada a la belleza y el cuerpo. Pueden pasarse horas haciendo pesas en el gimnasio, salir a correr todos los días al parque, tener muchos conjuntos de ropa deportiva, cuidarse en las comidas y vivir a dieta proteica, querer tener músculos, ponerse cremas en el rostro y en las manos, ir al salón de belleza, usar perfumes importados y hasta en algunos casos, pasar por el quirófano y hacerse algún que otro “arreglo”, que puede ser botox o liposucción, por ejemplo.
¿Y qué ocurre con las mujeres? ¿También pueden ser un “Simón”? Claro que sí, pero en ese caso, se llamarían “Laura”, es decir, L de liberada, A de autónoma, U de universitaria, R y A de racionalizar el amor. ¿Conoces a alguien con estas características?
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