Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán reconocidos como hijos de Dios (Jesucristo en el discurso de las Bienaventuranzas, Mt 5, 1-12)
Misión de los cristianos
Por todos los caminos honestos de la tierra quiere el Señor a sus hijos, echando la semilla de la comprensión, del perdón, de la convivencia, de la caridad, de la paz.
—Tú, ¿qué haces? Forja, 373
Tarea del cristiano: ahogar el mal en abundancia de bien. No se trata de campañas negativas, ni de ser antinada. Al contrario: vivir de afirmación, llenos de optimismo, con juventud, alegría y paz; ver con comprensión a todos: a los que siguen a Cristo y a los que le abandonan o no le conocen.
—Pero comprensión no significa abstencionismo, ni indiferencia, sino actividad. Surco, 864
Tu vida, tu trabajo, no debe ser labor negativa, no debe ser “antinada”. Es, ¡debe ser!, afirmación, optimismo, juventud, alegría y paz. Forja, 103
Cuando te hablo del “buen ejemplo”, quiero indicarte también que has de comprender y disculpar, que has de llenar el mundo de paz y de amor. Forja, 560
Esos..., que ven contrincantes donde sólo hay hermanos, niegan con sus obras su profesión de cristianos.
Surco, 869
Con la polémica agresiva, que humilla, raramente se resuelve una cuestión. Y, desde luego, nunca se alcanza esclarecimiento cuando, entre los que disputan, hay un fanático. Surco, 870
Con la gracia de Dios
Característica evidente de un hombre de Dios, de una mujer de Dios, es la paz en su alma: tiene "la paz" y da "la paz" a las personas que trata. Forja, 649
Los cristianos debemos lanzarnos por todos los caminos de
la tierra, para ser sembradores de paz y de alegría con nuestra palabra y con
nuestras obras
Es Cristo que pasa, 157
En nombre de ese amor victorioso de Cristo, los cristianos debemos lanzarnos por todos los caminos de la tierra, para ser sembradores de paz y de alegría con nuestra palabra y con nuestras obras. Hemos de luchar —lucha de paz— contra el mal, contra la injusticia, contra el pecado, para proclamar así que la actual condición humana no es la definitiva; que el amor de Dios, manifestado en el Corazón de Cristo, alcanzará el glorioso triunfo espiritual de los hombres.
Es Cristo que pasa, 168
En la Santa Misa, este domingo, en la renovación incruenta del sacrificio cruento del Calvario, Jesús se inmolará -Sacerdote y Víctima- por los pecados de los hombres. Que no lo dejemos solo, que surja en nuestro pecho un deseo ardiente de estar con El, junto a la Cruz; que crezca nuestro clamor al Padre, Dios misericordioso, para que devuelva la paz al mundo, la paz a la Iglesia, la paz a las conciencias. Si nos comportamos así, encontraremos -junto a la Cruz- a María Santísima, Madre de Dios y Madre nuestra. De su mano bendita llegaremos a Jesús y, por El, al Padre, en el Espíritu Santo.
El fin sobrenatural de la Iglesia, 17
¡Paz, paz!, me dices. —La paz es... para los hombres de “buena” voluntad.
Camino, 759
¿Cómo vas a tener paz, si te dejas arrastrar —contra los “tirones” de la gracia— por esas pasiones, que ni siquiera intentas dominar?
El cielo empuja para arriba; tú —¡sólo tú: no busques excusas!—, para abajo... —Y de este modo te desgarras. Surco, 851
Conmover el corazón de Cristo
Recordad la escena que nos cuenta San Lucas, cuando Cristo andaba cerca de la ciudad de Naím. Jesús ve la congoja de aquellas personas, con las que se cruzaba ocasionalmente. Podía haber pasado de largo, o esperar una llamada, una petición. Pero ni se va ni espera. Toma la iniciativa, movido por la aflicción de una mujer viuda, que había perdido lo único que le quedaba, su hijo. (...)
Pero el Señor no actúa artificialmente, para realizar un gesto: se siente sencillamente afectado por el sufrimiento de aquella mujer, y no puede dejar de consolarla. En efecto, se acercó a ella y le dijo: no llores. Que es como darle a entender: no quiero verte en lágrimas, porque yo he venido a traer a la tierra el gozo y la paz. Luego tiene lugar el milagro, manifestación del poder de Cristo Dios. Pero antes fue la conmoción de su alma, manifestación evidente de la ternura del Corazón de Cristo Hombre.
Es Cristo que pasa, 166
Es Cristo que pasa, 170
Como Cristo pasó haciendo el bien por todos los caminos de Palestina, vosotros en los caminos humanos de la familia, de la sociedad civil, de las relaciones del quehacer profesional ordinario, de la cultura y del descanso, tenéis que desarrollar también una gran siembra de paz.
Es Cristo que pasa, 166
El violento pierde siempre, aunque gane la primera batalla..., porque acaba rodeado de la soledad de su incomprensión.
Surco, 867
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