martes, 10 de diciembre de 2013

EN EL DESIERTO DE LA PRUEBA - Por: Yasmin Teme



Que feo que es ser ignorado. Creo que es peor que ser atacado. ¿Alguna vez te han ignorado de tal manera que te generaba frustación? Quiza por alguien que te cae mal, y lo peor que hizo fue ignorarte.

Claro, uno intenta de hacer lo mismo pero igual el impacto es fuerte.

Sucede que muchas veces nos sentimos ignorados por Dios. No de la misma manera que alguien “malvado” nos ignora, pero si de una manera en la que nuestro corazoncillo se siente adolorido, y desesperado.

Lo peor que podemos hacer es desesperarnos.

Les voy a confesar que así es como me sentí el día de ayer. Sentí que parecía que Dios se había olvidado de mi, que por alguna razón no me estaba ayudando, y la promesa que me había dicho, parecería que se la había olvidado.

Pero eso solo sucede cuando estamos siendo pasados por el fuego. Y me acorde de dos historias mientras conversaba con mi esposo, después de tener una larga conversación con Dios.

Estas historias están en la biblia y son de gente común como tu y yo, que tenían una fe extraordinaria.

Esa fe, hizo que los guerreros de Israel cuando tenían que conquistar a Jerico siguieran las instrucciones de Dios cuando les dijo que NO PELEARAN, sino que dieran vueltas al rededor de Jerico por 7 días y en su ultima vuelta gritaran con todas sus fuerzas. Creo que te conté esta historia anteriormente, o quizá ya la conoces. Pero imagino lo ridículos que muchos se sintieron durante todos esos días mientras “Dios había prometido y no cumplía”.

Lo mismo sucede en la historia de Job, un hombre que agradaba a Dios con todas las áreas de su vida.

Ese momento de espera se llama: Proceso.

Y es alli donde Dios trabaja contigo, y te hace pasar por el fuego para por fin llevarte hasta el cumplimiento de la promesa.

Si es un final en el que Dios todavía no cumplió, entonces no es el final.

Sigue adelante, Dios está trabajando contigo y con tu paciencia. La paciencia produce constancia, y es esa constancia la que te enseñará a confiar en Dios durante la prueba.

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