El Abeto Rojo es un árbol que puede medir de 30 a 50 metros y su tronco tiene un diámetro de 1 a 1,5 metros. Entre sus características podemos mencionar que tiene una copa puntiaguda y su raíz, es lo bastante profunda como para llegar a medir hasta el doble de su tallo.
Este espécimen es bastante común al Noroeste de Europa, más propiamente en Herzegovina, capital de Bosnia. Su frondosa forma ofrece fresca sombra a los campesinos y visitantes de la región.
Además de ser de una especie bastante antigua, gracias a su profunda raíz, puede resistir vientos impetuosos, de hecho algunos troncos conservaban las señales de haber sido herido más de una vez por relámpagos eléctricos. Pero su fortaleza es tan grande que ninguno ha caído abatido por el azote de la naturaleza.
Sin embargo, hace años se encontró algunos que se habían secado sin una aparente explicación. Cuando un hombre entendido en la botánica los examinó, descubrió que habían muerto a consecuencia de un pequeño insecto llamado Isoptera, mejor conocido como hormiga blanca o termita, la cual había hecho un nido entre sus raíces.
Pudo aquel árbol resistir a los vientos fuertes y hasta burlarse de los rayos eléctricos, pero cedió ante la invasión de un pequeño e insignificante insecto.
Algo similar le ha ocurrido a miles de personas que por no dar importancia a “pequeñeces” han sido víctimas de esas mismas cosas insignificantes.
El apóstol Pablo advierte que continuamente estemos atentos para no caer. Quizás, al igual que el árbol, podemos tener fortalezas en muchas áreas de nuestra vida, haber vencido muchas batallas, resistido un sin número de tentaciones y hasta tener una raíz muy profunda de conocimientos bíblicos pero el diablo que nunca duerme siempre busca un momento para atacar.
Está claro que en tiempo de guerra el enemigo no intentará una emboscada por el área más fortalecida, sino que tratara de usar toda su artillería por el lado más débil.
Mateo 5:29 “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.”
Este es el momento de cerrar todas las puertas de la tentación que puedan hacerte caer. En ocasiones pueden ser las cosas más pequeñas pero lo cierto es que no se debe subestimar ninguna de ellas o creer que se tiene el poder de controlarlas. Hoy podríamos ser fuertes ante el pecado, pero poco a poco sucumbir sin darnos cuenta.
No descuides las cosas pequeñas, aún aquellas que creas insignificantes pueden vencer al hombre más fuerte.
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