La vida es compleja, a menudo injusta, llena de situaciones muchas veces difíciles de entender o aceptar. Gran parte de estos eventos ocurren en contra de nuestros deseos, pero igual tenemos que enfrentarlos, con frecuencia poniendo a prueba nuestro bienestar emocional. Cuánto nos afecte un suceso perjudicial dependerá de cuánto control ejerzamos sobre nuestra respuesta al mismo, y para esto la actitud mental es fundamental. Lo que sentimos está basado en lo que pensamos. Si desarrollamos una inclinación mental positiva, favorable, optimista, es muy probable (salvo en casos extremos) que la manera en que interpretaremos los eventos que ocurran a nuestro alrededor también será constructiva, proactiva, realista. Es seguro que de ellos obtendremos no solamente experiencia, sino un fuerte estímulo para nuestra autoestima.
Es necesario, por lo tanto, abandonar la posición pesimista, derrotista, negativa, que hace ver todo por el lado negro (“¡Nunca me salen bien las cosas!”, “¡Siempre es culpa tuya!”, “¡A nadie le importo!”). Pensar negativamente excluye toda probabilidad de éxito (aun lográndolo, la persona negativa no lo reconocerá, o disfrutará). Lo más importante que pierde la persona negativa es la creatividad, madre de la visualización de alternativas, clave en la búsqueda de soluciones.
También pierde autoconfianza, anticipando el fracaso (“¡No sé para qué voy a esta entrevista de trabajo!”).
También pierde amigos, o parejas, ya que nadie se siente confortable al lado de un perdedor convencido. Es una vida llena de amarguras, inenvidiable en todo sentido, pésimo ejemplo para aquellos que dependen de alguien así.
Es difícil creer que alguien voluntariamente auspicie en sí mismo una visión tan amarga y destructiva sobre su vida; claramente se trata de alguien que no ha desarrollado una visión equilibrada sobre la razón primordial de su presencia en la vida, que es tratar de ser feliz.
Es difícil creer que alguien voluntariamente auspicie en sí mismo una visión tan amarga y destructiva sobre su vida; claramente se trata de alguien que no ha desarrollado una visión equilibrada sobre la razón primordial de su presencia en la vida, que es tratar de ser feliz.
Es alguien que requiere de una revisión de su historia para identificar influencias que en su momento dejaron marcas en su personalidad que lo inclinaron en esta dirección tan perjudicial.
Al mismo tiempo es necesario que desarrolle nuevas posiciones frente a la vida, de tal manera que gradualmente vaya acostumbrándose a esperar mejores resultados y en el camino también aprenda a disfrutarlos.
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