miércoles, 25 de septiembre de 2013

TU IDENTIDAD ESTA PROTEGIDA


Cuando hablamos de identidad, inmediatamente pensamos en una identificación con foto, que confirma quiénes somos y de donde procedemos. Ella comprueba nuestra existencia y afirma que tenemos acceso para convivir en un país o ciudad. 

Puede ser utilizada para estudiar, comprar, conducir, viajar o hasta votar en temporada electoral. Puede diseñarse de varios estilos y puede proveer valiosa información para las entidades gubernamentales o sociales. 

Con la llegada sin precedente de la tecnología, la identidad humana enfrenta un alto riesgo de ser hurtada y manipulada, afectando a millones de personas en el mundo entero. En lo natural, la identidad evidencia nuestro apellido, nuestro país y donde podemos estar ubicados. Pero es vulnerable, y en muchas ocasiones puede ser copiada y despojada.

Un hombre llamado Pablo en el nuevo testamento, quien experimentó un cambio de identidad espiritual, relata en Efesios 1:11-14 (NVI) lo siguiente: “en Cristo también fuimos hechos herederos, pues fuimos predestinados según el plan de aquel que hace todas las cosas conforme al designio de su voluntad, a fin de que nosotros, que ya hemos puesto nuestra esperanza en Cristo, seamos para alabanza de su gloria. 


En él también ustedes, cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido. 

Este garantiza nuestra herencia hasta que llegue la redención final del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria”. Mi identidad en Cristo, consiste en ejercer mi confianza en su palabra y sus promesas. Es estar convencido que Dios quiere bendecirme, desea guiarme y anhela cuidarme. También espera que yo esté dispuesto a ser usado por él para que otros conozcan su reino y justicia. “Una cosa es lo que Dios quiere hacer en mi vida, y otra cosa es lo que Dios quiere hacer en otros a través de mi vida”. Así lo explica muy claramente el apóstol Pablo en Romanos 10:8-11 ¿qué afirma entonces? « La palabra está cerca de ti; la tienes en la boca y en el corazón. 
Ésta es la palabra de fe que predicamos: “que si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor, y crees en tu corazón que Dios lo levantó de entre los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para ser justificado, pero con la boca se confiesa para ser salvo. Así dice la escritura: «todo el que confíe en él no será jamás defraudado.”

Hoy afirmamos que hemos sido integrados a una nueva familia, en donde tenemos plena participación de la herencia eterna que otorga el reino de Dios. En Cristo tenemos nueva identidad, y acceso ilimitado para llegar a ser miembros de una familia divina sin restricciones territoriales. No es requerido pasaporte alguno, y mucho menos comprobación de información pasajera.

Como lo dijo apropiadamente el apóstol Pedro en su primera carta 2:9 “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. (NVI)

Hoy te invito a ejercer con toda convicción la identidad que el reino de Dios te ha conferido. 


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