jueves, 26 de septiembre de 2013

GALARDON


En Noviembre de 1979 unos estudiantes iraníes tomaron la embajada de Estados Unidos en Teherán llevándose como rehenes a 52 personas.

Si bien el gobierno mantuvo en secreto todo lo sucedido, el servicio secreto trabajaba en un plan para liberar a sus compatriotas. Luego de algunos días, tomaron la decisión de viajar a Teherán, haciéndose pasar por cineastas.
Comenzó la operación de rescate aprovechando revuelta social, procurando poco a poco acercarse a la embajada para rescatar a los rehenes con sumo cuidado. 


Cuán grande fue la alegría de todos los que habían sido rescatados, cuando veían desde el avión como se alejaban del lugar que había tornado sus últimos días en una verdadera pesadilla.


Cuando llegaron a suelo americano, el presidente condecoró en secreto al agente que había diseñado el plan de rescate. Pero la medalla quedó en poder de la presidencia y no del condecorado, pues se trataba de un acto secreto. 


Esto fue así, hasta que en 1997 decidieron dar a conocer la operación y por ende entregar la medalla al que legítimamente se la había ganado varios años atrás.

Todo lo que hacemos en nuestra vida, nuestros actos y decisiones, siempre tendrán consecuencias, ya sean para bien o para mal. Sin embargo, a veces pasan años sin poder experimentarlas, pero la larga espera no debe hacernos pensar que no llegarán.


Hebreos 6: 10 “Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún”

 
A veces pensamos que las cosas que hacemos nadie las ve o que quedan en el anonimato. 

Algunos hacen grandes obras de bien, pero no permiten que se de a publicidad sus nombres. 
Otros llevan el mensaje de Dios en las cárceles y hospitales, sin lograr que nadie preste demasiada atención a su trabajo. 
Otros desde la soledad de una habitación interceden por las necesidades de su prójimo. 
Hacen el bien en lo secreto sin jactarse de sus propias acciones, y sin lograr el reconocimiento público.

Pero Dios si todo lo ve y Él mismo está guardando un galardón para aquellos que perseveran hasta el final guardando sus mandamientos.


Jeremías 32:18-19 “…Dios grande, poderoso, Jehová de los ejércitos es su nombre; grande en consejo, y magnífico en hechos; porque tus ojos están abiertos sobre todos los caminos de los hijos de los hombres, para dar a cada uno según sus caminos, y según el fruto de sus obras”


Nada quedará para siempre en el anonimato. 


Un galardón mucho más grande, precioso y eterno espera a los fieles cuando Dios recoja a su pueblo y sean publicados los "expedientes secretos", para otorgar a cada uno el pago que merece, según sus obras.

Apocalipsis 22:12 “He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”

 
Sin duda alguna las acciones de hoy siembran la semilla de un fruto que segaremos mañana.

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