jueves, 22 de agosto de 2013

PARA CUANDO TE SIENTAS ESTRESADO


Hace algunos años fui al doctor porque estaba constantemente enferma. 

Él me dijo que los síntomas eran el resultado de estar estresada. 
Estaba durmiendo mal, alimentándome inadecuadamente y exigiéndome más y más -todo en nombre del servicio al Señor-.

La palabra estrés era originalmente un término de ingeniería usado para referirse a la cantidad de fuerza que un balancín, u otro soporte físico, podía sostener bajo presión sin colapsar. 

En nuestro tiempo el término estrés ha sido ampliado para incluir la presión mental y emocional.

El estrés es algo normal en la vida de todos. Dios nos ha creado con la capacidad de sobrellevar una cierta cantidad de presión y tensión. 

El problema se suscita cuando nos esforzamos más allá de nuestras limitaciones, lo que nos puede llegar a ocasionar un daño permanente.

La paz está destinada a ser la condición natural de todo creyente en Jesucristo. 

Él es el Príncipe de Paz, y en Jesús encontramos nuestra herencia de paz. 

Es un don del Espíritu Santo que Él nos da cuando vivimos en obediencia a su Palabra.

La paz que Dios da se manifiesta en tiempos buenos o malos, cuando hay abundancia o escasez. Su paz opera en medio de la tormenta.

Filipenses 4:6-7
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.

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